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La importancia de dormir solo

Ir a dormir solo por las noches, después de los veintitantos años, no es un tema menor. Hay quienes todavía viven en casa de sus padres y tienen la misma cama de una plaza que usaban durante el secundario. Ellos todavía no saben lo que significa compartir una cama todas las noches, pero sueñan con eso y se preguntan, mirando el techo, cómo sería acostarse abrazado a  esa persona de la que están enamorados.


Para los que viven solos la situación es distinta. Lo ideal es conseguir una cama de dos plazas, amplia, que permita explayarse en cualquier dirección en busca de la comodidad total. Tener espacio de sobra en el colchón es una de las grandes ventajas de dormir solo. No hay que tolerar codazos o abrazos de contorsionista que provocan dolores al día siguiente. Tampoco hay que someterse al encasillamiento de elegir un lado de la cama, ese mismo lugar que después de años de uso muestra una ligera huella del cuerpo que lo habita. No hay que despertarse en medio de la noche sintiendo la asfixia de estar acorralado contra un margen del colchón, a punto de caer, mientras la pareja duerme con una sonrisa en el rostro.


El espacio es un tema crucial en la pareja. Espacio físico, espacio de privacidad, espacio temporal. La cama no es ajena a las reglas del espacio. Así como se elige un lugar de la cama también se eligen los tiempos de ir a la cama. A veces una persona no tiene sueño y escucha a la pareja que dice “Me voy a acostar ¿me acompañás un ratito?”. No, no te quiero acompañar, piensa. Si existe la mínima chance de terminar haciendo el amor, entonces sí la acompaña, pero si no la hay, cualquier excusa es buena para no ir al dormitorio a esperar que la otra persona se duerma envuelta en un abrazo deshonesto. Cuando uno va a dormir solo elige con total libertad la hora a la que se va a acostar.


Ir a dormir solo es también un espacio de intimidad. Mientras uno mira el techo blanco, casi grisáceo por los tonos de la noche, dando vueltas de un lado a otro de la cama con los ojos cerrados, los pensamientos importantes aparecen de manera involuntaria. Ese es el momento en que se racionalizan las incertidumbres, donde nacen nuevas preguntas, donde se elucubran ingeniosas ideas que por la mañana son olvidadas. La verdad de todo sale a relucir durante la noche, entre sábanas y almohadas.


Ir a dormir solo por las noches no es un tema menor y su importancia aumenta con el pasar de los años. No es lo mismo acostarse solo a los treinta años que a los sesenta. No es lo mismo ir a dormir solo después de mucho tiempo de compartir el lecho. No es lo mismo ir a dormir con un hijo, con un desconocido o con un “peor es nada”. Dormir solo tiene muchas ventajas, pero aun así soy capaz de renunciar a todas las noches que me quedan por dormir solo a cambio de pasar una sola enredado entre tus piernas.

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