top of page

Sobre la importancia de elegir

Caminábamos con Pancho por la calle, evaluando los planes de acciones a seguir, cuando dijo “La vida es un mar de decisiones que no quiero tomar”. No ocurre siempre, pero en aquella ocasión tenía razón; en nuestra vida tenemos que tomar decisiones todo el tiempo. La paradoja es que elegir no elegir sigue siendo una elección.


Algunas elecciones son automáticas. Es un mecanismo del cerebro que está preparado para almacenar nuestras preferencias y disparar la elección correspondiente al caso. ¿Buscamos una bebida? Ya sabemos cuál es nuestra preferida. Este engranaje evoluciona con los años y las experiencias. Gracias a eso no tenemos que angustiarnos cuando nos preguntan qué queremos tomar.


Otras elecciones son heredadas, por familia o por cultura. En Argentina, juntarse a tomar mate con los amigos es un claro ejemplo de ello. Otra elocuente demostración es la inclinación política de una persona. A quien no le interesa demasiado el asunto suele refugiarse en la corriente política familiar para adoptar un partido o una ideología. Es una elección fácil, ligera, sin el compromiso que requieren otras decisiones.

 

Luego están las elecciones que nos agobian, que nos revuelven los pensamientos y nos secan la mente. Esas son las que nos definen, porque no todos dedicamos la misma atención a los mismos asuntos.

 

Yo, ante todo, elijo ser padre y estar presente en la vida de mi hija porque quiero que nunca se olvide de contar conmigo cuando me necesite. Quiero que tenga la confianza de decirme las cosas que le preocupan o le intrigan. Quiero que me haga participe de su manera de descubrir el mundo y también ayudarla a tomar atajos. Podría elegir hacer mi vida lejos de ella, pero sé que nada tendría sentido.

 

Elijo escribir para expresarme, para contar historias, para desconectarme del mundo e inventarme uno propio, para compartir mis pensamientos con quien quiera leerlos. Elijo eso antes de ir a un psicólogo, antes de subirme a una patineta, antes de tomarme un vaso de ginebra.

 

Elijo enfrentar los problemas cuando surgen y no esconderlos hasta que estallan como una bomba de tiempo. Lo hago porque ya probé con la opción contraria y los resultados no fueron satisfactorios.

 

Elijo rodearme de gente que me llena, que me enseña y que hace preguntas. Elijo no tener televisión en el living de mi casa, escuchar El Kuelgue o ver las conferencias de TEDx. Elijo irme los fines de semana a la montaña, ser agnóstico, jugar al fútbol, fumar, leer novelas, estudiar aunque nadie me obligue. Elijo comprar café antes que tomar el de la máquina y también elijo enamorarme de verdad en lugar de estar con alguien por miedo a quedarme solo.

 

No elegí venir a este mundo. Tampoco elegí a mi familia, como muchas otras cosas que me fueron impuestas por herencia o por cultura. Pero no pienso demasiado en todo eso que no puedo elegir, porque lo importante es adónde voy de ahora en adelante. Voy a fumar un pucho y pensar qué elijo.

 

 

 

 

 

bottom of page