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Sobre la importancia de arrepentirse.

Estaba sentado en la mesa de un bar, repleta de gente amiga y algunos conocidos, cuando escuché la tan odiada frase “Yo no me arrepiento de nada”. En ese mismo instante observé los ojos de quien la pronunció y pude ver que en realidad, muy en el fondo, tenía algo de qué arrepentirse. Su semblante cambió en el momento de enunciar aquel refrán moralmente correcto. Algo entre el iris y las pupilas de sus ojos se contrajo, algo entre el labio inferior y el mentón se frunció, algo entre sus recuerdos se movió.

 

Personalmente puedo decir que me arrepiento de haber mentido, de haber elegido la universidad de mi primera carrera, de haber dado un pase cuando tenía que tirar al aro y de haber pateado al arco cuando tenía que haber dado un pase. Me arrepiento de no haber dicho lo que sentía en un momento que nunca va a repetirse, y de algunas otras cosas que me guardo para mí. Arrepentirse no está mal, lo que está mal es no enriquecerse de eso.

 

No creo que una persona que amó a alguien y la dejó ir, no se arrepienta de lo que sucedió. La dejó ir y más tarde se dio cuenta de lo que significaba; cuando quiso recuperarla ya no hubo manera de hacerlo. Imposible no arrepentirse. La vida está llena de estos ejemplos. Se puede superar, por supuesto, pero es gracias a esa experiencia, a ese momento de intensa amargura, que uno se pregunta por qué no se arriesgó a quedarse a su lado. Así es como el arrepentido aprende a no dejar escapar a la persona que ama. Porque uno puede volver a enamorarse, pero no puede volver a cometer el mismo error siendo consciente de lo mucho que lo va a lamentar.

 

Arrepentirse no es solamente fruncir el entrecejo y pensar “Qué mal que actué, debería haber hecho esto o lo otro”. Arrepentirse significa pasar días enteros con la mente intranquila. Significa ver el error una y otra vez, como un déjà vu que nos persigue cuando una situación similar se presenta en nuestra vida. Arrepentirse es una manera de generar conocimiento, una manera de aprender lo que queremos en la vida. Arrepentirse no es solamente insultar en voz alta, es también llevar una cicatriz oculta donde nadie puede verla.

 

Una enfermera australiana publicó un libro basado en sus experiencias cuidando ancianos moribundos. Los cinco arrepentimientos más comunes, según ella, son; No haber tenido el coraje de vivir una vida acorde a uno mismo en lugar de lo que otros esperaban, haber trabajado demasiado, no haber expresado los sentimientos, haber perdido el contacto con amigos, y no haber sido feliz. Porque ser feliz es una elección y lamentablemente no todos tienen el coraje de tomar la decisión. No lo hacen porque a veces acarrea sufrimiento y desilusiones, pero a la larga se llega a ser feliz. Mucha gente, más de lo que uno imagina, se arrepiente de esto. 

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