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Sobre la importancia de escuchar.

Muchos años atrás una mujer me enseño un ejercicio que suelo hacer cuando necesito afilar la atención, la concentración, o simplemente relajarme un poco y bajar los decibeles que la ciudad arroja en mi cabeza. Se trata de cerrar los ojos, en una postura cómoda que puede ser sentado o acostado, e intentar reconocer el sonido más lejano. Al suprimir uno de los sentidos, los otros se agudizan y entonces es posible oír cosas inimaginables.


Cuando estoy en la ciudad lo primero que llega a mis oídos es el tráfico y las sirenas de los coches, pero cuando penetro más allá de esa primera barrera puedo sentir distintos ruidos. Reconozco a los lejos otros autos, motos, las campanas de alguna iglesia cuando cambian las manecillas del reloj, o el paso del tren por el andén. Cuando estoy en la montaña los resultados son diferentes. Esta vez la primera barrera se compone del ruido del viento y la vegetación que se mueve al compás. A lo lejos, al cabo de unos segundos, puedo distinguir el cauce de un río, el rumor de algunos animales o algún motor indefinido que se abre paso entre senderos de tierra.


Pero eso no es más que un ejercicio, en la vida real estoy expuesto a miles de mensajes y es una ventaja aprender a reconocer cuáles son las primeras barreras, el tráfico, y cuáles son el cauce del río. Porque de tanto prestar atención a las bocinas suelo caer en el error de centrarme en algo que es urgente, perdiendo de foco lo importante. Escuchar las necesidades de los clientes, escuchar las órdenes de los jefes, escuchar el pedido de un proveedor, escuchar los problemas de un amigo, escuchar el consejo de mis padres, escuchar cuando mi pareja necesita hablarme, escuchar cuando mi hija hace preguntas. Eso es lo importante. Aprender a escuchar, en estos casos, me ahorró varios disgustos, pero por sobre todas las cosas me brindó infinitas alegrías.


A veces lo único que necesita otra persona es alguien que lo escuche. Cansado de darle vueltas a los mismos pensamientos, busca exteriorizarlos, verbalizarlos, oírlos salir de su boca sin que resuenen como un molesto eco. Esa simple acción de catarsis suele ayudarle a comprender la manera de solucionar aquellas cosas que en principio le parecían complicadas y sin embargo no lo eran. Ver la reacción de quién lo escucha le ayuda mucho más.


Escuchar buena música es alimento para el alma. No es necesario ser partidario de un estilo o de otro en particular, ni tampoco ser idólatra de alguna banda y sólo de esa banda. Hay que escuchar de todo porque hay momentos para cada cosa. Los días de lluvia y nostalgia nos piden música distinta a los días soleados de arena y mar. La música para bailar no es la misma que la que suena en un fogón, y la que le dedicamos a nuestro amor no es la que utilizamos para motivarnos y llenar el pecho de adrenalina antes de entrar a jugar un partido de fútbol. Aprender a escuchar música es también muy gratificante.


Gracias a escuchar es innecesario pasar por todas las situaciones de la vida para aprender una lección; lo que nos cuentan los demás puede servirnos de atajo, porque aprender a escuchar nos enriquece. Sirve también para sorprender a los demás a la hora de hacer un regalo, o sacar ventaja de alguna debilidad de nuestros oponentes cuando competimos. Escuchar tiene muchas ventajas, pero para aprovecharlas es necesario saber qué escuchar. No sirve de nada pasar cuatro horas por día atento a programas de chimento y conocer de memoria los problemas de los personajes de la farándula. Eso no es más que ruido, bocinas y tráfico que cubren las campanas de la iglesia.


Es importante escuchar a tu jefe darte un cumplido por un trabajo bien hecho, o marcándote errores que te acompañarán para toda la vida. A tus amigos decir que están orgullosos de tenerte a su lado, a tus compañeros de equipo festejar un gol, a tus hermanos contarte esos secretos que no sabe nadie más, a tus padres dándote un consejo desde lo más profundo de su corazón. El llanto de tu hijo al nacer. Muchas cosas me llenan de solo escucharlas, pero ninguna es tan importante como cuando de sus labios sale un Te Quiero.

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